Desde los 8 años, Janiyah Castle dice haber sentido atracción por el mismo sexo, lo cual ella creía que siempre definiría quién era. Pero años más tarde, después de entregar su vida y sus pecados a Jesús, esta mujer asegura haber sido transformada radicalmente, y su lujuria por las mujeres ha desaparecido.
Castle compartió su historia de transformación en un vídeo publicado en línea por Delafé Testimonies, un canal de YouTube con más de 700.000 suscriptores que pretende crear el mayor archivo del mundo de testimonios en Jesús.
La joven de 20 años dijo que fue educada en la iglesia pero que no sintió una conexión con Jesús cuando era más joven. Luchó durante años contra la atracción hacia el mismo sexo y la adicción a la pornografía después de haber estado expuesta al porno a los 9 años.
“La Iglesia era rutinaria. Era repetitiva. No era algo que me hiciera mucha ilusión. Pero respetaba a Dios”, dice. “Sabía que había que obedecerle y amarle, pero no sabía qué significaba eso para mí personalmente”.
En la escuela primaria, Castle dijo que era notablemente diferente de otras niñas de su edad.
“Era mucho más alta. Mi voz era más grave. Me gustaban muchas cosas que a la mayoría de las chicas no les gustaban”, recuerda Castle.
"Recuerdo que en la escuela primaria teníamos recreo y yo no era la que jugaba al escondite como las niñas. Yo estaba en una cancha jugando al fútbol [americano], queriendo que me taclearan, queriendo ser el quarterback. Tenía muchas diferencias con las niñas de mi edad”, continúa.
“Recuerdo que no quería vestir de rosa. No quería llevar vestidos, faldas, nada de eso. Debido a estas diferencias, los compañeros de clase y la gente de mi entorno empezaron a ponerme la etiqueta de ‘marimacho’”.
Cuando estaba en la escuela primaria, Castle dijo que empezó a reconocer que sentía atracción por las chicas.
“Estaba en primaria. Tenía una crisis de identidad. La gente me llamaba ‘marimacho’, y yo había hecho de eso mi identidad. Me sentía atraída por las chicas y tenía muchas inseguridades cuando todavía estaba en primaria”, explica.
Cuando Castle empezó la secundaria, se unió al equipo de baloncesto y le pusieron el apodo de “Castillo” [“Castle”], que es su apellido.
“Creo que en aquel momento fue una especie de confirmación para mí que la gente me llamara así porque [mi nombre de pila] no encajaba. Sentía que pensaban que era demasiado femenino para ellos y para mí. Cuando me llamaron ‘Castle’, pensé: ‘Es un término neutro’. Eso agravó la confusión que tenía a esa edad, y empecé a sentirme cada vez más confundida”, cuenta.
"Entre sexto y séptimo de primaria, ver porno se convirtió en una adicción. Llegué a un punto en el que no podía hacer nada ni pasar mucho tiempo sin ver pornografía. En ese momento, estaba más expuesta a la música rap, cosas profanas, y diferentes cosas por el estilo en la escuela media, así que yo era un desastre. Cuanto más me exponía a la oscuridad, más oscura me volvía, ya sabes, más sucia”.
Ella explica que cerca del séptimo grado, se hizo a la idea de que “debía ser bisexual” y comenzó a usar camisas con cuello y pantalones todo el tiempo.
“Sentía que tenía que mantener esa imagen de género neutro”, dice. “No tenía un término para ello. Lo único que sabía era que no me sentía cómoda en el cuerpo que el Señor me había dado”.
Castle dijo que mientras luchaba contra la atracción por el mismo sexo y la adicción a la pornografía, su abuela y su madre nunca dejaron de orar por ella.
Cuando llegó a octavo año, de repente sintió un fuerte impulso de dejar de decir palabrotas y a leer la Biblia.
“¿Por qué quiero leer la Biblia? Ya tengo bastante con los estudios bíblicos de los domingos y los miércoles por la noche”, recuerda que se preguntó entonces.
“Al día siguiente, recuerdo que iba a la escuela. No quería maldecir. No quería usar mi boca de una manera desagradable o sucia. Sé que ese fue el comienzo de una gran obra del Señor en mi vida”, dijo Castle, añadiendo que cree que su repentino impulso de seguir al Señor se debió a que las oraciones de su familia empezaron a echar raíces en su vida.
Al cabo de unos meses, Castle empezó a escuchar predicas de pastores por Internet. También empezó a prestar más atención durante los servicios de la iglesia y a escuchar con más atención los consejos de su pastor.
“Recuerdo entrar en la aplicación YouVersion y leer diferentes devocionales sobre el fruto del Espíritu y las Bienaventuranzas. Estaba creciendo en el conocimiento de Dios y estaba conociendo el carácter del Señor, pero todavía no me había arrepentido de mis pecados ni los había confesado”, dijo.
Unas semanas más tarde, Castle dijo que sintió la tentación de ver pornografía, pero en lugar de eso se puso en contacto con una amiga cristiana dos años mayor que ella para confesarle sus problemas y buscar orientación.
Después de confesarse, su amiga le envió una predica por Internet para que la viera.
“Hice clic y vi un vídeo que duraba 58 minutos. Al principio, pensé: ‘Sólo veré los primeros 10 minutos y luego lo apagaré’. Pero, ... fue el Espíritu de Dios que me ayudó a sentarme allí y ver ese video de 58 minutos. Era Paul Washer. Estaba hablando en una conferencia de jóvenes. Estaba predicando de Mateo 7 hablando de cuando Jesús dice que los que hacen la voluntad de Dios heredarán el reino”, recordó Castle.
“Simplemente trajo la realidad de mi pecado a la superficie. Recuerdo que el sabor de cualquier forma de pecado, pornografía, simplemente se fue de mí, como el deseo de pecar, el deseo de la pornografía, todo se fue. Estaba sentada allí y pensaba: ‘Oh, Dios mío’”.
Después de algunos meses, Castle continuó hablando con Jesús, pidiéndole que la liberara de la adicción a la pornografía.
“Sabía que Jesús no había venido sólo para hacernos felices, sino para liberarnos. Recuerdo que me arrepentí y confesé mis pecados al Señor cuando tenía 15 años. Después fui salva”, dijo.
Cuando Castle comenzó el noveno grado, dijo que empezó a formar una relación más íntima con Jesús.
“Fue una gran transición porque ya no era hija del diablo. Ahora era hija del Señor. Era una nueva creación. Me sentía así. Iba a entrar al noveno grado. Y realmente definí el estar en la secundaria como un tiempo realmente santificador y sé que todos somos santificados y estamos siendo limpiados. Pero, estar en la escuela secundaria realmente me abrió la puerta para entender cómo es caminar en el Espíritu y caminar en la carne”, dijo Castle.
Castle dijo que cuando sintió el impulso de “alejarse”, el Espíritu le hizo recordar que hacerlo “sólo conduce a la muerte”.
“Eso es todo lo que oía siempre: ‘Sólo conduce a la muerte’. Él me traía a la memoria Romanos 6, ¿cómo podemos continuar en pecado si hemos sido resucitados con Cristo y bautizados con Cristo? Ya no podemos vivir en pecado. Somos nuevas criaturas. Entonces, realmente estaba siendo liberada de esas fortalezas que estaban sobre mi cuando era más joven. Al entrar este año, me rendí al Señor, y descubrí que después de un examen profundo y minucioso del corazón, tuve que darme cuenta de que realmente no quería que las atracciones desaparecieran. Pero, fue difícil darme cuenta”.
Dijo que las atracciones hacia personas del mismo sexo no desaparecerían hasta que ella se rindiera auténticamente a Jesús.
“Así que este año, cuando empecé a poner todo mi corazón a Dios, clamando a Él y realmente queriendo que se fuera, en febrero de este año, me di cuenta de la atracción por las mujeres se habían ido”, dijo. “Me quedé asombrada. Lo he sentido toda mi vida, desde que tenía 8 años. Para que se fuera, ... ese es el poder de la sangre de Jesús y la entrega”.
Ahora, como estudiante de segundo año en la universidad, Castle dijo que se ha conectado con otras mujeres cristianas de ideas afines y ha mantenido amistades significativas que están ausentes de deseos y sentimientos lujuriosos.
“Estando ya en la universidad, el Señor ha hecho mucho por mí y en mí, y a través de mí para los demás. Una de las primeras cosas con las que trató, especialmente este año, mi segundo año, fue la forma en que me veía a mí misma. Y así con la pornografía, realmente me contaminó. Contaminaba la forma en que me veía a mí misma y contaminaba la forma en que veía a la gente y especialmente la intimidad sexual entre hombres y mujeres”, dijo Castle.
“Había muchas actitudes y mentalidades de las que el Señor tenía que liberarme, y Él ha hecho mucho de eso en este año... Ahora, soy capaz de estar en un grupo; cerca de mujeres, en presencia de mujeres de Dios, y tener una gran comunión, tener una conversación buena, y no hay lujuria. No hay deseo de hacer nada con ellas. Las amo con el amor de Jesús”.
Publicado originalmente en The Christian Post.