Más de 125 personas perdieron sus vidas debido a una serie de incendios que azotaron al país sudamericano de Chile. Alrededor de 3.000 edificaciones quedaron totalmente destruidas entre las cuales se encuentran al menos seis templos evangélicos. Totalizando una cifra cercana a las 15.000 construcciones afectadas por el fuego.
“Es la tragedia más grande que hemos tenido desde el terremoto de 2010”, lamentó el presidente chileno Gabriel Boric, en referencia al sismo de magnitud 8,8, que fue seguido de un tsunami, ocurrido el 27 de febrero de 2010 y que dejó más de 500 fallecidos.
El primer gran incendio forestal de la temporada estival 2024 en los alrededores de las ciudades costeras de Valparaíso y Viña del Mar, a unos 100 kilómetros de la capital del país obligó a evacuar varias comunas del interior. El denso humo negro llegó a toda la costa, incluso a playas lejanas situadas a casi un centenar de kilómetros del epicentro de la catástrofe.
Según informó el asesor de la Oficina Nacional Asuntos Religiosos (ONAR), Caleb Fernández, al menos “seis templos fueron arrasados por las llamas”, incluyendo casas pastorales cuyos habitantes quedaron absortos observando como la violencia del fuego consumía todas sus pertenencias materiales. Fernández también contó que se estaban haciendo gestiones para “habilitar los templos” que no fueron afectados para “despedir los restos mortales de creyentes y acompañar a sus familias en este tiempo desgarrador de dolor”.
En toda la región, conocida por sus playas turísticas y producción vitivinícola, se desplegaron unas 17 brigadas de bomberos, 1.300 soldados y voluntarios civiles que ayudaron a combatir las llamas, pero también a los damnificados que perdieron todo.