El Vaticano publicó este lunes un nuevo documento aprobado por el papa Francisco en el que se afirma que la Iglesia Católica cree que las operaciones de cambio de sexo, la fluidez de género y la maternidad subrogada constituyen afrentas a la dignidad humana. El documento, llamado “Dignitas infinita” (“Una infinita dignidad”) tiene una veintena de páginas y se puede leer como una forma de salvar divisiones dentro de la iglesia, cuatro meses después del escándalo que supuso la instauración de las bendiciones de parejas homosexuales.
"La Revelación bíblica enseña que todos los seres humanos poseen una dignidad intrínseca porque han sido creados a imagen y semejanza de Dios: «Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” […] Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó» (Gen 1, 2627)", asegura el documento.
El texto es fruto de cinco años de trabajo y fue publicado por el Dicasterio para la Doctrina de la fe, el poderoso órgano de la Santa Sede encargado del dogma que enumera casos de “violaciones concretas y graves” de la dignidad. El documento pretendía ser una amplia declaración de la visión de la Iglesia sobre la dignidad humana, que incluía la explotación de los pobres, los inmigrantes, las mujeres y las personas vulnerables.
El escrito habla de una “dignidad ontológica” del ser humano, “por el mero hecho de existir” y haber sido querido, creado y amado por Dios. De una “dignidad moral” que es el ejercicio de su libertad, la cual se ha usado también de forma indigna contra el designio del amor de Dios. De una “dignidad social” cuando se dan –o no– “las condiciones mínimas para que una persona viva de acuerdo con su dignidad ontológica”. Y de una “dignidad existencial” que sería una experiencia personal de llevar una “vida ‘digna’” o una “vida ‘indigna’”.
El respeto de la dignidad de todos y de cada uno es la base indispensable para la existencia misma de toda sociedad que pretenda fundarse en el derecho justo y no en la fuerza de poder.
Esta compilación se traduce en trece amenazas sobre cuestiones “que pueden estar oscurecidas en la conciencia de muchas personas hoy en día”, entre las que destacan aquellas que están más vinculadas a la Doctrina Social de la Iglesia, que se ha convertido en un eje del pontificado de Francisco. Así, incluye la violencia contra los migrantes, la trata de personas, la guerra, la pobreza, los homicidios, los genocidios, el suicidio, el trabajo forzado, la prostitución, la esclavitud, la pena de muerte o las encarcelaciones arbitrarias. Todas ellas, según el documento de la Santa Sede, atentan contra esa “dignidad infinita, que se fundamenta inalienablemente en su propio ser, le corresponde a cada persona humana, más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre”.
El cardenal Víctor Manuel Fernández, que dirige el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, escribió en la introducción al documento que algunos temas “serán fácilmente compartidos por distintos sectores de nuestras sociedades, otros no tanto (…) todos estos temas nos parecen necesarios para que, en medio de tantas preocupaciones y angustias, no perdamos el rumbo y nos expongamos a sufrimientos más lacerantes y profundos”.
En un mundo en el que se habla mucho de derechos, ¡cuántas veces se ultraja de hecho la dignidad humana!
- La trata de personas
Este delito también debe considerarse una grave violación de la dignidad humana. El documento que lleva la firma de la máxima autoridad del Vaticano se expresa en términos enérgicos: “reafirmo que la ‘trata de personas’ es una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se consideran civilizadas”. Con mayor agudeza asegura que “¡Explotadores y clientes a todos los niveles deberían hacer un serio examen de conciencia ante sí mismos y ante Dios! La Iglesia renueva hoy su fuerte llamamiento para que se defienda siempre la dignidad y la centralidad de toda persona, en el respeto de los derechos fundamentales, como destaca su doctrina social, y pide que los derechos se extiendan realmente allí donde no se los reconoce a millones de hombres y mujeres en todos los continentes. En un mundo en el que se habla mucho de derechos, ¡cuántas veces se ultraja de hecho la dignidad humana! En un mundo donde se habla tanto de derechos, parece que el dinero es el único que los tiene. Queridos hermanos y hermanas, vivimos en un mundo donde manda el dinero. Vivimos en un mundo, en una cultura, donde reina el fetichismo del dinero”. - Acerca del cambio de sexo
El documento asegura que el sexo con el que nace una persona es un “don irrevocable” de Dios“ de ahí que toda operación de cambio de sexo, por regla general, corra el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción”. Toda persona que desea “disponer de sí mismo, como prescribe la teoría de género”, corre el riesgo de ceder “a la vieja tentación de que el ser humano se convierta en Dios”. Al adentrarse en la llamada ideología de género, el Vaticano prefiere utilizar el término inglés “teoría de género”. En cualquier caso, considera que “debe rechazarse todo intento de ocultar la referencia a la evidente diferencia sexual entre hombres y mujeres”.
Al mismo tiempo que la Declaración vaticana recuerda que toda persona, “independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto”. Incluso se explicita que “hay que denunciar como contrario a la dignidad humana que en algunos lugares se encarcele, torture e incluso prive del bien de la vida, a no pocas personas, únicamente por su orientación sexual”, siguiendo el pensamiento de Francismo en el que sostiene que si bien las personas trans deberían ser bienvenidas en la iglesia, las llamadas "ideologías de género" no deberían serlo.
«Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” […] Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó» (Gen 1, 26-27).
- La eutanasia y el suicidio asistido
Al respecto dice que hay un concepto muy difundido en el que se señala que “las leyes que reconocen la posibilidad de la eutanasia o el suicidio asistido se denominan a veces ‘leyes de muerte digna’”. Donde es común el pensamiento “de que la eutanasia o el suicidio asistido son compatibles con el respeto a la dignidad de la persona humana. Frente a este hecho, hay que reafirmar con fuerza que el sufrimiento no hace perder al enfermo esa dignidad que le es intrínseca e inalienablemente propia, sino que puede convertirse en una oportunidad para reforzar los lazos de pertenencia mutua y tomar mayor conciencia de lo preciosa que es cada persona para el conjunto de la humanidad”.
Que “la dignidad del enfermo, en condiciones críticas o terminales, exige que todos realicen los esfuerzos adecuados y necesarios para aliviar su sufrimiento mediante unos cuidados paliativos apropiados y evitando cualquier encarnizamiento terapéutico o intervención desproporcionada. (…) tal esfuerzo es totalmente distinto, diferente, incluso contrario a la decisión de eliminar la propia vida o la de los demás bajo el peso del sufrimiento. La vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, que no puede perderse y cuyo respeto permanece incondicional”.
- La maternidad subrogada
La Iglesia Católica, también, se posiciona en contra de la práctica de la maternidad subrogada, mediante la cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto. La práctica que termina siendo un ardid de personas homosexuales que pretenden tener hijos naturales procreando artificialmente en vientres que se alquilan para cumplir tal fin.
“El camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial. En este sentido, considero deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño; y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre. Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato. Por ello, hago un llamamiento para que la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica”, señaló el papa.
Los niños que van a nacer "son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo".
El niño tiene derecho, en virtud de su dignidad inalienable, a tener un origen plenamente humano y no inducido artificialmente, y a recibir el don de una vida que manifieste, al mismo tiempo, la dignidad de quien la da y de quien la recibe. El reconocimiento de la dignidad de la persona humana implica también el reconocimiento de la dignidad de la unión conyugal y de la procreación humana en todas sus dimensiones. En este sentido, el deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse en un “derecho al hijo” que no respete la dignidad del propio hijo como destinatario del don gratuito de la vida.
- Otros temas no menos importantes pero que también trata “Dignitas infinita”
La guerra, la pobreza, la defensa a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la situación de los migrantes, los abusos de todo tipo pero en especial los sexuales, violaciones contra mujeres, el descarte de personas con discapacidad, la violencia digital, etc.
Respecto a este último tema mencionado, el Vaticano alerta sobre cuestiones específicas como el “ciberbullying”, la “difusión de la pornografía” y la “explotación de personas con fines sexuales o mediante el juego”. Un destacado es la innegociable defensa de las dos vidas. Los niños que van a nacer "son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo".
A modo de conclusión, el documento vaticano afirma que "el respeto de la dignidad de todos y de cada uno es la base indispensable para la existencia misma de toda sociedad que pretenda fundarse en el derecho justo y no en la fuerza de poder. Es sobre la base del reconocimiento de la dignidad humana como se sostienen los derechos humanos fundamentales". A los Estados corresponde “no sólo protegerla, sino también garantizar las condiciones necesarias para que florezca en la promoción integral de la persona humana”. Y termina diciendo que “la Iglesia [católica] no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana”, “segura de la fuerza que brota de Cristo resucitado, que ha llevado ya a su plenitud definitiva la dignidad integral de todo varón y de toda mujer”.