
Isaí Martínez es un joven pastor evangélico de la comunidad de San Juan Tepanzacoalco, en el estado de Oaxaca. En varias ocasiones ha sido intimidado junto con su familia por motivos de intolerancia religiosa en esa región de México.
El predominio de la religión católica en territorio mexicano con usos y costumbres que violan derechos constitucionales ha ocasionado desde hace décadas la persecución y el desplazamiento de cientos de evangélicos en esa zona del país.
“Los hermanos evangélicos son fieles en su servicio a la comunidad. Pero a pesar de cooperar con los católicos tenemos restricciones y debemos de reunirnos en secreto”, subrayó el pastor Isaí Martínez.
Con voz firme en entrevista a Diario Cristiano Internacional, Martínez comentó que en varias ocasiones ha sido intimidado junto con su familia por motivos de intolerancia religiosa en la sierra de Oaxaca, el hecho más reciente ocurrió a inicios de octubre de este año.
“Iba con mi familia en un vehículo, y en el camino el comisariado del pueblo nos cerró el paso con su camioneta. Esa persona iba en estado de ebriedad y nos detuvo… sacó un arma de fuego para tratar de intimidarnos, después nos llevó a las oficinas del pueblo”, comentó Martínez.
El joven ministro de culto, relató que después de que fue detenido junto con su esposa y su hija de cinco años, empezaron a sonar las campanas de la iglesia principal del pueblo y llegaron alrededor de 30 personas al lugar.
De acuerdo con el testimonio de Isaí Martínez, quien es pastor de la Iglesia Cristiana Independiente Pentecostés (ICIPAR), en la oficina municipal el comisariado inventó que la pareja de evangélicos lo habían ofendido y que por esa razón se encontraban en ese lugar.
Posteriormente llegaron varios evangélicos para mostrar su apoyo al pastor. Tras varias horas de diálogo los agraviados tuvieron que “pedir una disculpa” para que las autoridades decidieran dejarlos ir a casa.
“En nuestra comunidad no hay libertad de religión, nos llevaron a esa oficina sin causa, no hicimos ningún alboroto, no habíamos hecho nada malo, es lamentable que así son las cosas en nuestra región”, señaló Martínez.
El pastor Isaí, tiene 17 años en el ministerio misionero, llega a caminar hasta dos horas o más para tener un culto en el que solamente se hace una oración acompañada de un himno entonado en voz baja, en otras ocasiones la reunión es en silencio para no levantar sospechas entre los habitantes de las comunidades católicas.
“No tardamos mucho en nuestras visitas a los hermanos, uno de ellos ha sido amenazado desde el año 2014. En una ocasión le quisieron quemar su casa y echarlo de pueblo, por eso buscamos ser cuidadosos”, apuntó.
Las reglas en ciertas zonas de Oaxaca son estrictas y los evangélicos deben acatarlas. Una de ellas es en qué se puede creer, y no se deben de realizar invitaciones de otras personas que sean afines a la fe evangélica para congregarse.
“Queremos volver a entrar a varias comunidades para llevar el Evangelio, pero debemos tener un plan para no poner en riesgo a la gente”, dijo.
Una de las estrategias que le ha funcionado al pastor Martínez y a su equipo que le apoya en el área evangelística, es realizar labores sociales con médicos y llevar las llamadas “cajitas” de Samaritan´s Purse a los niños de varias comunidades marginadas.
“Es así como la gente ha aceptado que les hablemos de Dios y hemos visto buenos resultados”, indicó el pastor.
Para el Observatorio de Libertad Religiosa en América Latina, la cosmovisión propia de las comunidades indígenas rige cada aspecto de su vida y su relación con los demás miembros de la comunidad y con el mundo.
La organización hace hincapié en su página web, que una de las causas de la intolerancia religiosa en México es la existencia de una mezcla de ritos ancestrales y católicos, lo que ha ocasionado los conflictos en la mayoría de los casos.
Han sido varios los incidentes por intolerancia religiosa que se han registrado en Oaxaca. Tan solo en el mes de agosto de 2024, los miembros de la Iglesia Cristiana Interdenominacional (ICIAR) ubicada en Cerro Cajón, perteneciente a la comunidad de San Isidro Arenal, dieron a conocer que uno de sus templos fue incendiado por la comunidad católica de ese lugar.
Los evangélicos de Cerro Cajón, han denunciado encarcelamientos arbitrarios, cortes de energía eléctrica e impedimentos para que los niños asistan a la escuela de la localidad.
Aunque el conflicto fue llevado a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para encontrar una solución definitiva no se llegó a un acuerdo por ambas partes y no existen las garantías para que no vuelva a suceder.